diciembre 07, 2007

La experiencia occidental en relación al espacio ha evolucionado a lo largo de los siglos. En este proceso destacan dos concepciones particularmente significativas para nuestro actual entendimiento del espacio.

La primera es la concepción medieval, el emplazamiento, que define la dimensión espacial a partir del enfrentamiento entre opuestos. Desde una perspectiva jerárquica, el espacio se dividía en sacro y profano, expuesto y protegido, para hombres y para animales etc. No se concebía la posibilidad de otra forma de espacio que no estuviera contenido en esta serie de oposiciones.

La segunda concepción es la que surge a partir de la propuesta de Galileo, donde el emplazamiento medieval se abre y da lugar a un entendimiento del espacio como algo infinito y abierto, en otras palabras: disponible.

Para el filósofo francés Michel Foucault, el espacio es la dimensión más significativa para la humanidad contemporánea. Hoy en día el espacio se concibe a partir del tipo de uso que le dan las relaciones sociales que en él se llevan a cabo.

Esta perspectiva consolida el entendimiento de que su naturaleza abarca un marco de interacción, más allá del plano físico, que la define y que representa una coexistencia de espacios físicos con espacios “irreales”. Foucault define así su concepto de Utopias: “Las utopias son sitios que no disponen de un espacio. Son sitios que tienen una relación de analogía, directa o invertida, con el espacio real de la sociedad.

En el espacio “contemporáneo”, una acepción fundamental para las prácticas comunicativas es la del espacio público, un escenario virtual que se forma originado en la interacción de los habitantes de una ciudad.

El espacio público juega un papel esencial en la comunicación entre ciudadanos. Se encuentra, por definición, libre de intereses locales o exclusivos (aunque la contaminación publicitaria parece atentar contra este punto). Su naturaleza es accesible y permite un intercambio sensible entre discursos heterogéneos. A través de él, puede llevarse a cabo una libre discusión que permita respuestas incluyentes y soluciones a problemas de interés común.

De nosotros depende valorar el espacio público, aprovechando su potencial comunicativo, libre y disponible para todos. Ojala podamos hacerlo con respeto al entorno y a los demás compañeros ciudadanos.

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